Bonsai-a-thon

(El bonsai-a-thon se celebre anualmente. Este relato es sobre el celebrado en 2007)

El Bonsai-a-thon 2007 se celebro este fin de semana (24 y 25 de febrero) en los jardines del Huntington, en la ciudad de San Marino cerca de Pasadena, CA.La verdad que fue un evento al que quería asistir desde que lo anunciaron en el Club y escuché a los compañeros hablar grandes cosas de él.

La cita era a las 7 de la mañana del sábado, así que había que levantarse temprano para poder llegar a tiempo al Parque Balboa, en la Ciudad de San Diego. Ni para donde hacerse con esto de la levantada temprano ya que el cruce de la línea internacional en la ciudad de Tijuana, si ya de por si es tardado, lo es más los fines de semana. En fin, había que levantarse alrededor de las 4 de la mañana, estar en la fila alrededor de las 5, albergar la esperanza de que el cruce lo pudiéramos hacer en menos de una hora y media y tratar de llegar a tiempo a la cita. El proceso fue complicado, pero eso será tema de otra entrada de esta bitácora.

Lo importante es que llegamos a tiempo al lugar de reunión, el autobús salió a las 7:10 A.M., pasamos a recoger a otro grupo de bonsaístas en el norte del condado de San Diego-en Carlsbad- y a las 9:45 llegamos al Huntington, dispuestos disfrutar del show.

Lo primero que tuve la oportunidad de visitar fue el espacio destinado a la venta de herramientas, macetas, libros y árboles. Había una oferta variada de cada un de los artículos en venta. Por ejemplo, mostraban una enorme cantidad de herramientas, de diferentes marcas y calidad, cosa que se reflejaba en el precio. Se podía ver en los estantes podadoras cóncavas cuyos precios fluctuaban entre 30 y 140 dólares. Tijeras, tenazas, gubias, pinzas, piedras para afilar, navajas, lo que quisieras y pudieras desear. Y lo mismo pasaba con las macetas, habiendo algunos juegos de tres de ellas cuyo costo era de 22 dólares y otras más, donde una sola de ellas costaba hasta 400.

Por lo pronto las tijeras finas para pinzado, tensores para doblar ramas, un garra de oso y una navaja que adquirí, pasaron a formar parte de mi inventario personal.

En cuanto a los árboles, había algunos de los los más prestigiados viveros de la zona (the house of bonsai y Chikugo-En Bonsai Nursery, por ejemplo, cuyo propietario de este último es Masaru Ishii). Los árboles ahí mostrados eran en su mayoría material de uno a cinco galones y cuyos precios no pasaban de 50 dólares, aunque había algunos de varios cientos. Ahí me compre un Ginko biloba de 5 galones, con brotes y buenos troncos. ¿Su costo?, ¡35 dólares! algo así como 385 pesos mexicanos, a la cotización de fines de febrero del 2007.

Pero la venta de árboles, macetas y herramientas esto no era lo único que había en el bonsai-a-thon 2007 en el Huntington, faltaría más. También había demostraciones, como en cualquier show de respeto debe haber y que, si tuviera que escoger, diría que para mi fueron lo mejor del evento.

En uno de los salones en que se hizo el bonsai-a-thon estaban, detrás de una mesa larga, 7 personas -en 2 grupos de dos y tres solitarios- haciendo lo que mejor saben hacer: bonsái. Y, frente a ellos, el público.

Resaltando entre los demostradores, trabajando un junípero de California, estaba Harry Hiaro y un compañero del Descanso Bonsai Club. En el otro grupo, trabajando un arreglo de tres juníperos San José, estaba Mel Ikeda.

Los solitarios eran, Ted Matson con una demostración de como hacer cavidades en un tronco; Uyen Trong trabajando con un P’en Jing, este paisaje que incluye árboles; había otro gran maestro – no recuerdo su nombre- trabajando en otro P’en Jing pero sin árboles, formado únicamente de rocas y figuras humanas.

En verdad que era muy gratificante ver como estos 5 demostradores estaban creando con el material base que cada uno de estos arreglos requería y que para el neófito parecían no tener mucho que ofrecer, unos productos terminados que poco a poco hacian aparecer belleza donde no estaba.

Y es que era sorprendente ver el paisaje aquel formado de rocas y olivos que semejaban unas islas en medio del inmenso mar, como esperando a Tom Hanks y Mr. Wilson, en el que trabajaba Uyen Trong. Tierra húmeda, pequeños olivos de diversos tamaños y rocas, combinadas a una visión de quien puede ver más allá de estos materiales y unas manos que parecían trabajar solas, como sabiendo perfectamente y de antemano que hacer, daban forma a lo que se intuía serían dos islotes poblados de vegetación.

En otra de las demostraciones se trabajaba Mel Ikeda en un bosque, formado por tres grandes árboles cuyos troncos curvaban hacia el frente, pareciendo querer meter en mi cabeza sus ápices, totalmente doblegados a tomar las formas que unos alambres y una podada los obligaba a tener. Es curioso sentir la sensación de protección que podrían darnos esos árboles, dispuestos en lo alto de una loma, como cobijando a quienes tuvieran la suerte de estar bajo su sombra protectora. El árbol principal, mayor que los otros dos que se acomodaban a sus lados, parecía decirles a sus compañeros que habrían de curvar sus ápices hacia el frente, de alguna manera convergiendo hacia su ápice de líder, para formar no solamente una sombra, sino más bien una especie de manos que no solamente protejían, sino que jalaban al protegido hacia esa especie de cueva que formaban, ofreciendo dar seguridad. Y, a pesar de ser el primer día de entrenamiento de este bosque, ya había belleza y despertaba sentimientos de esos que solamente salen cuando el creador de estas obras de arte logra hacer conexión con su audiencia, transmitiendo eso que llaman estética. Pero este producto final no se vio sino hasta el final del proceso. Antes de esto había madera, herramientas, tierra, alambres y tres macetas de plástico negro con un unos árboles verdes y frondosos… pero feos.

También era de admirar esas formas caprichosas que tenía el junípero de California que Harry Hirao modelaba, con un tronco enorme, de esos que han visto pasar muchos inviernos en su larga vida. Esas formas del junípero se antojaban que habían ya presentido el que algún día habrían de ser estilizados por alguien que realzara esa belleza que, de tan disfrazada, nunca antes pudieron presumir. Estabamos por admirar el trabajo de este hombre de casi 90 años, cuyos ojos y cuerpo, cansados, pudieran engañar y hacer pensar que no es tan grande la pasión y el amor que demuestra tener al estar frente a uno de estos árboles. Y en verdad que había mucha pasión y amor en este trabajo, al que ha dedicado muchos años de su vida y que hace que “verlo hacer” sea de esas cosas que vale la pena presenciar alguna vez en la vida. Antes de la demostración había un junípero en una maceta de plástico que no mostraba mas que eso: un árbol en una maceta de plástico, sin nada más que ofrecer que un tronco grueso, señal de su edad, y algo de follaje. Además del árbol, cargado por unas manos que se mostraban temblorosas por los tantos años de haber sido útiles, un dibujo de lo que Harry Hirao había visualizado sería la forma final del junípero. Las podas de las gruesas ramas y el trabajo con el tronco, fue hecho mayormente por quien ayudaba a Harry Hirao, lo cual es comprensible porque un hombre que el próximo 12 de marzo cumple 90 años no es ya de mucho esfuerzo físico. Pero la guía de que hacer y que forma debía tener el junípero en su forma final, eran definitivamente de él. Cuando el árbol quedo terminado, el dibujo parecía más una fotografía del junípero trabajada en Photoshop, que un bosquejo hecho ANTES de que iniciara el trabajo de quienes lo estilizaron.

La demostración de Ted Matson de como trabajar el tronco de un bonsái, para ahuecarlo(SABA-MIKI), haciéndolo aparecer como un tronco que se había podrido o quemado por dentro o que le había caído un rayo fue también algo digno de verse, pero desafortunadamente no preste la atención que merecía: Mea Culpa. Y es que me fue difícil atender tantas demostraciones conjuntas. Mi mente no esta diseñada para este tipo de eventos.

Como verá, las cosas me fueron bien en el Bonsai-a-thon 2007. Además, como si haber visto las creaciones de estos hombres fuera poco, tuve la suerte de platicar un poco con Harri Hirao. Decirle que admiro su trabajo para promover el bonsái en USA, que me impresionan algunos de sus trabajos -los pocos que conozco- y que me siento en deuda con él porque tuve la suerte de obtener en una rifa -en otro show- un junípero de California que era de su propiedad. Y también hubo foto del recuerdo ya que me pude tomar unas fotografías con Harry Hirao, el Sr. Junípero de California, cuyo trabajo en el mundo del bonsái es reconocido en todo el mundo.

Y, puesto que era un show cuyo tema principal fue el bonsái, por demás está el decir que también hubo árboles en exhibición en el bonsai-a-thon.

Quisiera también comentar que en las demostraciones fui entrevistado por Martha Groves, una reportera del L.A. Times. Bajita ella, rubia, de pelo corto, guapa y muy hablantina. Y mi nombre, de manera casual dentro del artículo periodístico que reseñaba el evento, apareció publicado en la edición del domingo 24 de febrero del 2007.

En fin, que este viaje al Huntigton para asistir al Bonsai-a-thon fue una experiencia que valió la pena haber vivido.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *